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Nos urge vivir

Nos urge vivir

Memento vivere

“Entró. Ahí estaba el gato, dormido. Pidió una taza de café, la endulzó lentamente, la probó y pensó, mientras alisaba el negro pelaje, que aquel contacto era ilusorio y que estaban como separados por un cristal, porque el hombre vive en el tiempo, en la sucesión, y el mágico animal, en la actualidad, en la eternidad del instante.”

Jorge Luis Borges, Ficciones.

Vivimos ajenos a la fugacidad de nuestra existencia. Preferimos obviar que nos encaminamos hacia su final de forma insoslayable e indefectible. Crecemos pensando que podemos prever nuestro futuro e incluso nos atrevemos a proyectamos en él, en el mejor de los casos especulando con nuevos proyectos e ilusiones, en el peor, anticipando acontecimientos negativos que están por venir -o, lo que es lo mismo, preocupándonos en lugar de ocupándonos-. A veces nos recreamos en revivir nuestro pasado, lamentándonos por lo que pudo haber sido y no fue, eludiendo cuán efímero es nuestro paso por el mundo, el único que conocemos. Y, sin embargo, solo se vive una vez, una evidencia que solemos ignorar. 

Debemos tomar consciencia de nuestra fragilidad como seres humanos y de la finitud de nuestro tiempo para evitar que nuestro día a día se cuele por el desagüe de las banalidades. Es entonces cuando cobra mayor sentido focalizarnos en vivir en lo esencial y en el presente. Deleitándonos y saboreando cada instante de nuestra vida. Consagrándonos a lo que para nosotros es verdaderamente importante, a aquello que nos colma de sentido y felicidad.

Séneca ya reflexionó sobre ello y concluyó que procrastinar era absurdo porque presuponía tanto que existiríamos en un futuro para hacer lo postergado, como que estaríamos en condiciones para ello. 

Tal vez estas consideraciones nos lleven a pensar en un refrán que hemos oído de manera recurrente, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, y sin embargo esta sentencia se refiere más a la cultura del esfuerzo que a vivir con plenitud y exprimir la belleza de cada instante: a veces centramos nuestra existencia en bregar para procurarnos un futuro mejor, en afanarnos por la recompensa a nuestros desvelos, y entre tanto nos olvidamos de vivir. 

Lo que realmente cuenta es el viaje, no el destino. De modo que, con vuestro permiso, me tomo la licencia de reescribir el dicho popular: no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy y céntrate en lo que de verdad importa, en lo esencial y en el aquí y ahora. Y esfuérzate, sí, pero disfrutando de lo que hagas, sea lo que sea, en armonía con tu propósito vital, con tu esencia, con lo que te hace feliz e impulsa que aflore lo mejor de ti.

Para vivir en el aquí y ahora con sentido, precisamos concentrarnos y conectarnos con lo que estamos haciendo, con todo nuestro ser y de forma imperiosa. Sí, nos urge vivir. Experimentar. Fluir. Apreciar. Sentir. Complacernos. Gozar. Y es que no hay nada más real que este preciso instante que estás viviendo ahora. Paladéalo. Zambúllete en cualquier actividad no por la expectativa de obtener algún beneficio futuro, sino simplemente porque es, per se, la recompensa. Porque la vida es un precioso don, el más maravilloso de los regalos.

Memento vivere. Recuerda vivir.



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